En el
terreno de la arquitectura nuestro país ha vivido un intenso crecimiento en los
últimos años. En cantidad, desde luego, pero también en variedad y difusión.
Sus referencias inmediatas se apoyan en la década de los ochenta y primeros
noventa. En palabras de Solá-Morales (1995 p.51) son varias las
razones del florecimiento de las obras de la arquitectura de los ochenta en
España, algunas de estas razones son internas y otras externas. Entre las
internas; cabría destacar primero las nuevas circunstancias políticas, el nuevo
sector público busca en la arquitectura los beneficios de una respuesta actual
y profesional. Las otras razones, las externas, fueron no menos decisivas.
Entre ellas la fortuna de las culturas periféricas, frente a la crisis de los
lugares centrales de producción arquitectónica Dos edificios de los primeros
ochenta ejerció gran influencia sobre la arquitectura posterior. El Banco de
Bilbao, Oiza y el
edificio de Correos en León de De La Sota Ambos edificios ponen las
bases del minimalismo como lengua franca que en lo sucesivo compartirían Madrid
y Barcelona. A diferencia de lo que es habitual en otros países, donde se da
una importancia desmedida al edificio mientras el entorno apenas recibe
atención, los arquitectos españoles suelen articular el
terreno de modo que refuerce los atributos expresivos de la forma. Otro rasgo
español es el tectónico En general, los edificios españoles muestran una
presencia tectónica tan alejada del consumismo mediático como del reduccionismo
del cobertizo decorado
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